Tu amiga – Claudia Durastanti

«No te busco / no me quedo contigo / pero no te olvido». Así terminaba uno de los temas más intensos de la última década, Nuestras horas contadas de Massimo Volumen. Un verso con la gracia de la poesía, que nos hace olvidar su velocidad de meme: antes de las citas rotas en Twitter y Facebook que confunden a los destinatarios, existía la costumbre de escribir frases similares en cartas manuscritas o páginas de diario, y la persona. Permanecían inviolables y precisos si se cometían, aunque fuera en secreto.

Aparte del uso que usamos, había una persona especial detrás de la frase cantada por Emidio Clementi: Manuel Agnelli de Afterhours. Es el verso de un amigo, y sé que mi opinión de la canción se tradujo un poco, no para peor. La empujó a una costa diferente inesperadamente, que encontré de nuevo escuchando Black Guitar, el último sencillo de Vasco Brondi en espera del nuevo álbum.

Una canción hablada, con una estructura esquelética y un matiz que la de Warren Ellis está casi en busca de las últimas composiciones de Nick Cave. Una pequeña canción al otro lado de Our Counted Hours, cuando dice “Es bueno perder, ver que te has ido. Te quedaste veinte años”, describiendo la vida de un amigo que dice en cambio “Al final fuiste el único que siguió jugando”, como si fuera una falta pero no una falta. En algunas amistades el fracaso de uno de los dos se conserva como una especie de éxito y alegría, con su propio misterio. Y como no se puede acceder a este misterio, Vasco Brondi ofrece las más mesuradas y peores palabras del corazón.

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