Recuerdo bien la primera vez que escuché Sentimental, el séptimo álbum de la cantautora británica Tanita Tikaram. Era el 2005 y la discográfica me la envió junto con otras novedades que me apetecían mucho más en ese momento. Como todos los de Tanita Tikaram, recordé el álbum debut de 1988, Ancient heart. Recordé a una joven estrella del pop que tenía pocas ganas de reír y tenía una voz profunda de contralto. La buena tradición y sobre todo el giro momentáneo en mi sobriedad fueron dos grandes éxitos a finales de los ochenta. Twist in my sobriedad fue tan popular que Liza Minnelli, con su actuación de baile de Pet Shop Boys, hizo una versión tan surrealista como irrazonable.
Después del éxito inicial, Tikaram continuó haciendo música, pero sus álbumes se vendían cada vez menos y estaba abandonando la escena pop sin descanso. Cuando su promo aterrizó en mi escritorio en 2005 pensé: “Pero mira a quién ves… pensé que se había ido” y probablemente antes de que la pusieran en el estéreo dejé pasar semanas. Entonces la escuché: y desde la primera canción me llevó, como una película que no te detienes ni para el pis más urgente. La voz de Tanita Tikaram se mantuvo tan seria y solemne, pero con la edad se volvió más sensible y se enriqueció de intelecto e ironía. «No soy tan estricto como parece ser una persona», le dijo a The Guardian, «solo tengo una voz muy oscura».
El pop-hit se le resbaló, pudo haber resbalado de sus manos como arena, pero su música no fue perturbada. Sentimental nació en silencio, después de una pausa de casi siete años cuando Tanita Tikaram, una británica de padre fijiano y madre malaya, eligió vivir en Italia. En Perugia aprendió italiano y comenzó a trabajar en nuevas canciones mientras tomaba lecciones de piano y solo usando el piano en lugar de la guitarra dejó de escribir de una manera nueva. Formó una pequeña banda y optó por grabar todo en vivo en el estudio a sus expensas, porque se quedó sin sello. El sello independiente francés Naïve luego lanzó el álbum.
Sentimental es un álbum delicadamente seductor que se puede atribuir al placer. Pero Tikaram es demasiado seca para deslizarse en la niebla y puede permitirse el lujo de titular su obra sentimental precisamente porque sabe que está a salvo de cualquier sentimentalismo.