Los Beatles cantan Cathy Berberian

“Nuestro apartamento en via Moscati en Milán siempre estaba lleno de música. No recuerdo cómo fue, lo que sí sé es que ataqué a mi madre con Beatlemanía en algún momento. Recuerdo especialmente cuán secretamente estaba orgullosa de ser una madre que tenía un respeto tan profundo por mi música. Entonces sí, fui yo quien le presentó a los Beatles a mi madre”. Habla Cristina Berio, hija del compositor de vanguardia Luciano Berio (1925-2003) y de la cantante y compositora estadounidense Cathy Berberian (1925-1983).

En casa de Berio se podía escuchar cualquier tipo de música, recuerda Cristina, desde Stravinsky hasta Bach, desde West side story hasta Peggy Lee. Pero la música pop del momento, la adolescente de la familia, que, como todos sus compañeros, se volvió loca por los Beatles. Era 1966 y Cathy Berberian, una ecléctica intérprete desde Monteverdi hasta John Cage, empezaba a batir a los Beatles con su hija: A Ticket to Ride, Yesterday and a Hard Day. El compositor holandés Louis Andriessen añadió algunas de estas canciones a su repertorio, como núcleo al final de sus recitales. Al presentar un boleto para viajar para la determinada audiencia intelectual en el festival de Avignon de 1975, Berberian explicó lo que quería decir: “Yo canto a los Beatles porque amo sus canciones y porque es música contemporánea. Cuando los descubrí en 1966, los viejos los consideraban música subversiva, y la idea de reorganizarlos en clave barroca fue originalmente una forma de satisfacer a los Beatles para los padres. Y funcionó. Con el tiempo se convirtió en una misión: a través de los Beatles me reencontré con una época, entre los siglos XVIII y XIX, en la que la música también podía divertir, convertirse en broma. Ahora la escuchamos en las salas de conciertos con la mano en la frente, con aire serio: pero la música siempre era risueña, pura diversión. Por eso voy a cantar ahora un Ticket to ride como puede haberlo cantado un cantante de habla haendeliana de una provincia inglesa”.

En diciembre de 1966, Cathy Berberian firmó un contrato con el sello Fontana (y Gérard Tournier, la compañía discográfica francesa de los Beatles) y grabó un álbum de estudio en vivo en París con un conjunto de arreglos para el cuarteto de cuerdas de los Beatles. Las grabaciones fueron relativamente improvisadas y se desconocen los nombres de los músicos acompañantes, a excepción de Paul Boyer (arreglista) y Guy Boyer (arpa y órgano). El álbum fue lanzado en 1967 bajo el título Arias de los Beatles en el Reino Unido, Francia y Alemania, y Revolution en los Estados Unidos (con una portada de collage en memoria de la de Revolver).

La atmósfera neobarroca del disco, que reúne piezas como Help!, Yesterday, Girl y Eleanor Rigby, es lúdica y muestra mucho más la calle Carnaby que una sala de conciertos. Pero ciertamente no es una coincidencia: Berberian formó parte de un grupo de intelectuales repartidos entre Milán, París y Nueva York que prestaron mucha atención a la cultura pop y asistieron con una audiencia sentida y sin demasiado esnobismo. Eran los años de la Factory de Andy Warhol, el nouveau realismo francés y el pop art británico. Y fueron también, en Italia, los años de la revista Linus y el descubrimiento del cómic como modo de expresión sumamente contemporáneo. Berberian se secó una de sus composiciones, Stripsody, para onomatopeyas cómicas y colaboró ​​con Umberto Eco en la traducción de las tiras de Jules Feiffer.

Las arias de los Beatles son, por tanto, no sólo una burla, una distracción de la cultura, sino un documento de una época crucial y bizarra en la que la alta cultura y la cultura pop se comunicaban como vasos. Y sobre todo es un documental del intelecto, el intelecto y la ironía de un músico extraordinario.

Cathy Berberian
arias de los beatles
Fontana 1967, Telescópica 2004

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