Georges Noël (1924-2010) es una excepción. Ingeniero aeronáutico, dejó la industria por el arte en 1956. Muy presente en la escena europea a principios de los 60, sin embargo estuvo en peligro de abandonar Nueva York en 1968, y permaneció allí hasta 1983. De vuelta en Francia, sin preocuparse por las modas del momento, prosiguió sus experimentos. Son pintorescas, en el sentido ordinario de la palabra, sólo porque están realizadas sobre lienzo. En cuanto a los colores de los tubos que utilizó en sus inicios, Noël pronto aplicó acetato de polivinilo -pegamento blanco- e introdujo, en varias dosis, pigmentos y polvos de sílice. Estas mezclas se aplican en distintos grados de espesor, rayadas en algunos lugares, grabadas en otros, marcadas con retículas y, en ocasiones, con signos que contribuyen a la idea de pictogramas prehistóricos. Las texturas granulosas y arenosas dibujan tu mano tan grande como la escena. Los colores, matices y matices de todos los colores o del azul profundo son los responsables de la intensidad y el brillo de esta técnica en particular. Estos palimpsestos parecen ser rastros de civilizaciones desaparecidas. También piden comparaciones con el arte contemporáneo de Noël y, en particular, con Cy Twombly. La pregunta, entonces, es: ¿por qué la obra de Noël, tan poderosa como la de Twombly, no es tan apreciada y respetada? Podemos esperar, sin creerlo realmente, que esta vez corregirá este desequilibrio en el tratamiento.
«La magia del signo», Galería Dutko, 4, rue de Bretonvilliers, París 4y. Hasta el 22 de diciembre. De martes a sábado de 14:30 a 19:00 Dutko.com